Pequeño poeta: Constantino
Así tan intensamente contemplé la belleza,
que plena está mi vista de ella.
Líneas del cuerpo. Labios rojos. Miembros voluptuosos.
Cabellos como tomados de estatuas griegas:
siempre hermosos, aun cuando están despeinados,
y caen, un poco, sobre las frentes blancas.
Rostros del amor, tal como los anhelaba
mi poesía ... en las noches de mi juventud,
en mis noches, furtivamente, hallados...
que plena está mi vista de ella.
Líneas del cuerpo. Labios rojos. Miembros voluptuosos.
Cabellos como tomados de estatuas griegas:
siempre hermosos, aun cuando están despeinados,
y caen, un poco, sobre las frentes blancas.
Rostros del amor, tal como los anhelaba
mi poesía ... en las noches de mi juventud,
en mis noches, furtivamente, hallados...
CONSTANTINO CAVAFIS
Pequeña poeta: María
La pensadora del aura
Nacer sin pasado, sin nada previo a que referirse, y poder entonces verlo todo, sentirlo, como deben sentir la aurora las hojas que reciben el rocío; abrir los ojos a la luz sonriendo; bendecir la mañana, el alma, la vida recibida, la vida ¡qué hermosura! No siendo nada o apenas nada por qué no sonreír al universo, al día que avanza, aceptar el tiempo como un regalo espléndido, un regalo de un Dios que nos sabe, que nuestro secreto, nuestra inanidad y no le importa, que no nos guarda rencor por no ser...
...Y como estoy libre de ese ser, que creía tener, viviré simplemente, soltaré esa imagen que tenía de mí misma, puesto que a nada corresponde y todas, cualquier obligación, de las que vienen de ser yo, o del querer serlo.
Nacer sin pasado, sin nada previo a que referirse, y poder entonces verlo todo, sentirlo, como deben sentir la aurora las hojas que reciben el rocío; abrir los ojos a la luz sonriendo; bendecir la mañana, el alma, la vida recibida, la vida ¡qué hermosura! No siendo nada o apenas nada por qué no sonreír al universo, al día que avanza, aceptar el tiempo como un regalo espléndido, un regalo de un Dios que nos sabe, que nuestro secreto, nuestra inanidad y no le importa, que no nos guarda rencor por no ser...
...Y como estoy libre de ese ser, que creía tener, viviré simplemente, soltaré esa imagen que tenía de mí misma, puesto que a nada corresponde y todas, cualquier obligación, de las que vienen de ser yo, o del querer serlo.
MARÍA ZAMBRANO
Pequeñas Poetas: Anna
Como tú sufro
la negra separación permanente
¿Por qué lloras? Mejor dame la mano
Tú y yo somos un monte de dolor.
En esta tierra tú y yo jamás nos encontraremos
Si pudieras tan sólo enviarme a medianoche
por medio de las estrellas tu recuerdo.
la negra separación permanente
¿Por qué lloras? Mejor dame la mano
Tú y yo somos un monte de dolor.
En esta tierra tú y yo jamás nos encontraremos
Si pudieras tan sólo enviarme a medianoche
por medio de las estrellas tu recuerdo.
ANNA AJMÁTOVA
Pequeña poeta: Leonora
"Hoy, ya vieja, tal vez soy sólo lo que pasa inmediatamente en mí. Creo que la vida dura poco tiempo, pasa rápido. Es insuficiente, al menos para mí, este tiempo de vida que tenemos, porque deja un gran vacío y no permite que se satisfaga la curiosidad y el conocimiento por muchas cosas que, pese a la edad, comienzan también a fascinarnos a los viejos".
LEONORA CARRINGTON
“A mí me parece que cuando se desentierra el inconsciente se encuentra una fuente infinita de creatividad y que el problema se reduce simplemente a encontrar una forma elocuente de expresar lo que ese rico yacimiento produce. Eleanora ha ido muy lejos, casi demasiado lejos como para regresar de esas regiones. ¿Cómo puede hablar del miedo a quedarse seca?” Anaïs Nin, Diario III (1939-1944)
“Leonora Carrington no era una poeta sino un poema que camina, que sonríe, que de repente abre una sonrisa que se convierte en un pájaro, después en pescado y desaparece”. Octavio Paz
Pequeña poeta: Violeta
Volver a los diecisiete
Después de vivir un siglo
Es como descifrar signos
Sin ser sabio competente,
Volver a ser de repente
Tan frágil como un segundo,
Volver a sentir profundo
Como un niño frente a dios,
Eso es lo que siento yo
En este instante fecundo.
Se va enredando, enredando,
Como en el muro la hiedra,
Y va brotando, brotando,
Como el musguito en la piedra.
Ay si si si
Mi paso retrocedido
Cuando el de ustedes avanza,
El arco de las alianzas
Ha penetrado en mi nido,
Con todo su colorido
Se ha paseado por mis venas
Y hasta las duras cadenas
Con que nos ata el destino
Es como un diamante fino
Que alumbra mi alma serena.
Lo que puede el sentimiento
No lo ha podido el saber,
Ni el mas claro proceder
Ni el más ancho pensamiento,
Todo lo cambia el momento
Cual mago condescendiente,
Nos aleja dulcemente
De rencores y violencias,
Sólo el amor con su ciencia
Nos vuelve tan inocentes (...)
Después de vivir un siglo
Es como descifrar signos
Sin ser sabio competente,
Volver a ser de repente
Tan frágil como un segundo,
Volver a sentir profundo
Como un niño frente a dios,
Eso es lo que siento yo
En este instante fecundo.
Se va enredando, enredando,
Como en el muro la hiedra,
Y va brotando, brotando,
Como el musguito en la piedra.
Ay si si si
Mi paso retrocedido
Cuando el de ustedes avanza,
El arco de las alianzas
Ha penetrado en mi nido,
Con todo su colorido
Se ha paseado por mis venas
Y hasta las duras cadenas
Con que nos ata el destino
Es como un diamante fino
Que alumbra mi alma serena.
Lo que puede el sentimiento
No lo ha podido el saber,
Ni el mas claro proceder
Ni el más ancho pensamiento,
Todo lo cambia el momento
Cual mago condescendiente,
Nos aleja dulcemente
De rencores y violencias,
Sólo el amor con su ciencia
Nos vuelve tan inocentes (...)
Zobeyda "la Muñequera"
Zobeyda, “La Muñequera”, nació en Píritu, estado Portuguesa, Venezuela, el 2 de
febrero de 1942, y partió de la vida terrenal justo el día en que
cumplía 70 años de edad. Inició el oficio, según ella, de “criar
muñecas”, inspirada en una muñeca que le
regaló doña Eusebia Montilla. Desde entonces acogió a esta pequeña pieza de
trapo a la que llamó Eusebia, como su consejera y compañera de viajes. "Decidí hacerle a Eusebia su historia de
vida, ella ha narrado su historia y yo la he acompañado, haciéndole
preguntas, que a la vez, contesto; la he ayudado a encontrar en ella
misma su propia verdad y así entre las dos lo hemos logrado (...)"
Para Zobeyda las muñecas eran una
obra de arte, un poema concreto, una escultura de trapo, un poema que
se ama, se mima, se arrulla, y acompaña. El ser humano las humaniza, o quizá
sean ellas las que nos humanizan a nosotros, porque ellas tienen alma, vida y
corazón, como decía Arístides Bastidas. La muñeca muchas veces puede llegar
incluso a ser una especie de confidente.
Con retazos de tela, Zobeyda recorrió sonriente el territorio venezolano y viajó a otros lugares del mundo para
enseñar a la gente la confección de “muñecas
liberadoras e inspiradoras”, como ella misma las llamaba. Enseñaba a crearlas y a conversar con ellas. “La muñeca es amor, y muchas veces lo que yo no puedo decir,
ella sí puede, y sin hablar”.
Por ella, por las mujeres-poema que admiro y por todas las muñecas con alma y poesía, va este espacio.
Fuentes: http://www.aporrea.org/poderpopular/a137889.html
https://palabrademujer.wordpress.com/tag/zobeida-jimenez-la-munequera/
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